
Café de barrio
La lluvia golpea
los vidrios opacos
adentro flota un olor acre
de humo de años.
Revolotean sobre las mesas
las musas del arte,
el culto de Baco,
y anillos concéntricos
de un mal tabaco.
Noctámbulos enjutos
de rostro arrugado
mujeres de la noche
en dolido diálogo
desgranan palabras que suenan
a poemas de barrio.
Acodado en el roble lustroso
de la barra de antaño
el gallego observa y atiende
como patrón de “tablao”
esperando la queja
de algún parroquiano
que sólo a él lo tiene
como interlocutor válido.
Así nacieron poemas, mitos, cantos
allí terminaron sueños millonarios
y también floreció algún lírico romance
en esa esquina de tango
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