mi hijo
Hijo mío
Fuiste pequeño regalo del cielo
creciste como girasol sonriente
en campo de trigo dorado.
tu cara brillante de sonrisa plena
llenó nuestros días de amor y tibieza.
Marchaste siguiendo un camino con aciertos y escollos
pero siempre honesto ganaste al destino
y hoy a tu vera, feliz te acompañan,
dos damas de distinto porte
una que corteja tus horas de hombre
y una beba amorosa a quien dieron vida
Son dos rosas aferradas a un tallo vibrante y dócil
con la fuerza interior de un volcán candente